Las mujeres, que leen, son peligrosas

las mujeres que leen

Libro objeto o historia velada. Uno no sabe a qué se atiene cuando hojea por primera vez Las mujeres, que leen, son peligrosas, del alemán Stefan Bollman. Libro-objeto porque sus páginas devienen en colección privada o ala de museo con una temática que abraza a todas las técnicas, estilos y tiempos: la representación pictórica de las mujeres que leen. Historia velada porque Bollman no deja al lector solo ante la pintura. Él también da pincelazos, pero de historia, de contexto y de simbolismos.

Sin embargo, deja para el lector la incógnita: ¿por qué las mujeres que leen son peligrosas? Aquí es donde Bollman juega: un título atrevido, apenas unos trozos de historia aquí y allá y más de 100 páginas de miradas femeninas y libros ante ellas. Miradas santas, pías, retadoras, pérdidas o directamente ocultas.

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Sal con una chica que lee, pero no conmigo

Hace un par de años me encontré con el texto Sal con una chica que lee, de Rosemarie Urquico. He de admitir que al principio me emocionó tanto que lo compartí con singular alegría. Después de todo, acababa de iniciar la carrera en Lengua y Literatura y me sentía feliz de haber hecho de mi hobbie una futura profesión… Sin embargo, dicho artículo es, como ya otros han comentado, una conglomeración de estereótipos e ideales poco realistas. Y como por suerte, aparte de ser una chica que lee terminé siendo una mujer que piensa y cuestiona, el texto dejó de gustarme.

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Dentro de la universidad ¿más peligrosa? del mundo

Su mirada nos enfrenta desde lo alto de un espectacular. A veces es hombre; otras, mujer. A menudo, mientras esperamos el arribo de nuestro camión, nos detenemos a observar el poste de luz que está a nuestro lado y nos encontramos con el rostro de una joven que después resulta que estudió en nuestra misma secundaria. Una muchacha sale en el periódico porque un taxista la violó. A un estudiante de bachillerato lo apuñalan para robarle el teléfono. A alguien le avisan que encontraron a su hermano mutilado junto con otros 20 hombres dentro de una fosa. Una maestra no sabe cómo seguir con su clase porque la noche anterior tuvo que reconocer el cuerpo de su hija, acribillada después de haber cenado con ella.

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